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Mostrando entradas de marzo, 2024

El Superhéroe

     Hoy me desperté solo, mi mamá no vino a levantarme como siempre, haciéndome cosquillas y dándome besos por toda la cara. Estoy bravo porque me va a decir otra vez que soy un niño grande y por eso ya no hace las cosas que me gustan, que los niños grandes hacen esto o aquello... Pero yo no quiero ser grande, yo quiero que ella me despierte con cosquillas y besos.      No sé qué hora es, pero no está en la cocina, ¿y si salió y me dejó solo? No, debe estar dormida, es lo que hace desde que el abuelito se fue, duerme todo el día. La voy a dejar dormir y cuando se despierte le voy a decir que no soy un niño grande y que ella me tiene que despertar siempre haciéndome reír y dándome besos. Mejor la despierto ahora y se lo digo… No, mejor no. Anoche la oí llorar otra vez, estos días mi mamá ha estado muy rara, no sé que le pasa. Ya no se ríe, llora por las noches cuando me voy a mi cuarto y me acuesto a dormir. Ella no sabe que la oigo, pero no le digo na...

Las que tienen nombre de flor*

  ¡Bendita seas, madre mía!, que con dolor y santo amor diste luz a mis días y coronaste de arrullos mis sueños en flor. Flora Delmis - ¡Bendita seas, madre mía!          Las abuelas de Caracas suelen tener nombres de flores, o nombres fuertes, pero que son distintivos de un tiempo de oro en la historia de la ciudad. Como es usual, son oriundas de una de las zonas más tradicionales de la ciudad de techos rojos y, como buenas hijas de su época, vienen de una familia dónde las figuras maternas se dividían a razón de los hijos que existiesen. Porque no existían tías o primas, solo madres. Estas emblemáticas señoras son hermanas de algunos, madres de unos cuantos y abuelas de muchos. No todos los que las quieren son consanguíneos pero sus afectos son incontables porque, a pesar del carácter que tienen, las abuelas se hacen querer.      Llegado el momento, y siempre a temprana edad, se unen en nupcias con un inmigrante, la mayoría italia...

Ese

       Frente al espejo se viste con el mandato del hombre, pantalones, camisa, corbata, saco y zapatos negros. Se peina con cuidado, ve sus ojos marrones, opacos y húmedos como todas las mañanas al vestirse. No se reconoce en lo que refleja el espejo. Nunca lo hizo, por más que lo ha intentado no ha podido. Respira despacio y profundo tratando de encontrar la fuerza que requiere pasar un día más pretendiendo ser lo que no es, anhelando que la jornada pase rápido entre el trabajo, los estudios y la familia. Sabe que necesita de toda su fortaleza para transitar esa jornada, pero la recompensa lo anima. Esta noche ella se encargará de todo, se dice sin parar. Logra convertir su cara en una mueca severa e inescrutable, como hacen los hombres de verdad resuena en su cabeza con la voz de su papá.      Su día es otro más con la perfecta rutina que le diseñaron hace años, la cumple sin falta y se siente como un héroe, creía imposible mantener la determin...

Tan solo un día más

       Abrí los ojos antes de que sonara la alarma, cosa rara en mí. Pero aproveché ese tiempo para ver tu lado de la cama. Por más que quise no puede recrearte acostado, roncando, con el ceño siempre arrugado y un hilo de baba escapando de tu boca. Me quedé así mucho tiempo, tratando de retratarte allí, en ese espacio vacío y frío con el que tuve que dormir.      Cuando llegó la hora de levantarme lo hice sin pedir 5 minutos más, sin molestarme, ¡sí! te juro que lo hice sin protestar, aunque confieso me tuve que obligar a tomar una ducha. Lo hice con calma porque hoy, precisamente hoy, después de mucho tiempo, tenía el día libre.      Me vestí de negro, quise vivir una especie de luto, aunque lo justifiqué pensando que me gusta verme en ese color. ¡Ja! qué fácil se me hace engañarme, siempre me lo dices y yo te lo refuto, es otra de nuestras costumbres, es parte de esa rutina que desaparece a veces y que extraño casi con deses...