La promesa
Micaela está cansada, no cree que poder seguir adelante con semejante compromiso. Le pesan los años, aunque ya no sabe cuántos son exactamente. Trata de concentrarse en hacer el desayuno, sus hijos van a llegar en cualquier momento con los nietos y va a comenzar el domingo familiar. Suspira y trata de saber si le pesa más el domingo familiar, el secreto o que él no esté. “es todo lo mismo Mica, todo eso es lo mismo de siempre tarada” susurra con los ojos vidriosos. Hace todo por inercia, ignorando el nudo que tiene en el estómago. Busca distraerse, por lo que se concentra en los olores que la rodean, tal como él se lo enseñó. “Respira Mica, siente a que huele la vida, solo eso necesitas para tener fuerzas, es lo que yo siempre hago, más en estos días” cree oír su voz diciéndolo una vez más, le hace caso e intenta descifrar los olores de su cocina. Café, lavandina y lavanda “No, la lavanda no está, solo café y lavandina, la lavanda era el olor preferido de él”, el que ella u