El Viejo


Con los surcos de la vida,

recostado en el sillón


narra sus historias,

su vida,


su única pasión:

esa vieja faramallera

a quién le entregó,

siendo muy joven,

su indomable corazón.


A su larga edad sigue siendo

un mástil,

un ejemplo del respeto,

un viejo con ardor.

De los que infunden obediencia y miedo

¡Pero emanan amor!

 

Se lo ve sentado solo

abandonado sin razón.

El viejo espera

a que venga a buscarlo alguien,

¡Mejor que sea su vieja!

esa que se murió sin aviso,

lo dejó sin fuerzas,

sin motivos,

sin su único amor.

 

El viejo ya no está,

a veces existe,

en la memoria de sus hijos,

en sus enseñanzas de varón,

en refranes sin sentido,

en los apodos del corazón,

en los versos de un poema

y junto al recuerdo

de la única

que fue su pasión.


Fue publicado en la antología "Nuestras Raíces" de Editorial Apasionarte en el año 2016.

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